lunes, 22 de agosto de 2016

Problemas con los habitantes de calle del bronx

Problemas con los habitantes de calle del bronx



El alto número de indigentes que deambulan por la ciudad demuestra la necesidad de revisar no solo las políticas para atenderlos, sino el alcance de las sentencias de la Corte Constiticional.




En las últimas semanas los habitantes de calle se han desplazado por diferentes sectores de la ciudad. El miércoles, un grupo que estaba en el caño de la avenida Sexta, terminó arrastrado por una fuerte creciente. Foto: Juan D.Barragán

Desde que la administración de Enrique Peñalosa decidió tomarse el Bronx para ponerle fin a la olla más temible de la ciudad, los habitantes de calle se han convertido en un asunto que parece no tener solución en Bogotá. Si bien estas personas son víctimas visibles de un oscuro negocio y de muchos problemas sociales, también han protagonizado disturbios y asaltos en varias zonas del centro. Entre tanto, su extrema vulnerabilidad quedó en evidencia esta semana cuando una creciente arrastró a un grupo que dormía en el caño de la avenida Sexta. Por fortuna, los bomberos lograron rescatarlos aguas abajo.

Cada vez más bogotanos se sienten atemorizados por su presencia en buena parte de la capital. La pregunta que muchos se hacen es ¿por qué la ciudad y la Policía no hacen algo para llevarlos a sitios de rehabilitación o prohibirles estar en algunos lugares? La razón principal está en la Carta Política de 1991 y en varios fallos de la Corte Constitucional. Estos, por un lado, sepultaron las normas que prohibían la vagancia o deambular y dormir en las calles; y, por el otro, ordenaron respetarles sus derechos, especialmente a su libre desarrollo de la personalidad. Eso significa que no pueden ser discriminados, llevados a la fuerza a centros de atención o reclusión ni imponerles tratamientos.

Sin embargo, parte de esta población es víctima pero también victimaria, ya que para mantener su adicción se ve obligada a cometer delitos y atentar contra los derechos de otras personas. Esas circunstancias están llevando a varios alcaldes, concejales, congresistas y ciudadanos a pedirle a la corte aclarar qué tan absolutos son los derechos y si no debe haber algunas excepciones.

Daniel Mejía, secretario de Seguridad del Distrito Capital, dijo que en algunos casos los habitantes de calle ponen en peligro su vida, debido a la excitación en la que están por las drogas, o porque tienen problemas mentales, o por ubicarse en ciertos lugares, como los que ocuparon el caño de la avenida Sexta. Pero no se les puede llevar en contra de su voluntad a un centro de atención médico o a un albergue para protegerlos mientras se recuperan o pasa la emergencia.

La situación es compleja, si se tiene en cuenta que según el censo de 2011 había 9.700 habitantes de calle, pero se estima que actualmente deben ser entre 12.000 y 14.000. Este alto número de personas que deambulan por las calles muestran que algo está fallando en las políticas y en la sociedad.




Ahora bien, además de pedir a la corte revisar sus sentencias, como hará Bogotá, también han aparecido otros elementos de
discusión por fallos del mismo tribunal o del Congreso. Por ejemplo, la drogadicción es considerada un problema de salud pública que debe atender el sistema de salud. ¿Pueden estas personas ser llevadas a sitios médicos de urgencias o, en caso de un diagnóstico de enfermedad mental, ser tratados o recluidos sin su consentimiento?

A la discusión también se suman otros interrogantes, como si es posible prohibirles permanecer en ciertos lugares, como ocurre con los vendedores ambulantes, o si los derechos de los habitantes de calle priman sobre otros colectivos, como los de comerciantes o estudiantes. De hecho, en las últimas semanas las autoridades capitalinas no han podido impedirles la libre movilidad a los indigentes, pero les han prohibido aglomerarse para evitar disturbios y para que los carteles de las drogas y los ‘sayayines’ no los usen para crear nuevas ollas.

Pero así como se requiere revisar la legislación y algunas sentencias, también es claro que se requiere que el gobierno trabaje y expida lo antes posible unas políticas y directrices para atender en forma integral al habitante de calle, con la finalidad de rehabilitarlo y lograr su inclusión social.

Pero así como se requiere revisar la legislación y algunas sentencias, también es claro que se requiere que el gobierno trabaje y expida lo antes posible unas políticas y directrices para atender en forma integral al habitante de calle, con la finalidad de rehabilitarlo y lograr su inclusión social.

En todo caso, la necesaria intervención del Bronx ha puesto a todos los bogotanos a hablar sobre unos ciudadanos que se encuentran en los márgenes de la sociedad y que constituyen un doloroso fenómeno social que, aunque existe desde hace tiempo, hasta ahora estaba fuera de la vista de los capitalinos.

viernes, 19 de agosto de 2016

el testigo clave del bronx

el testigo clave de los horrores en el bronx 





Un testigo le narró a la Fiscalía General cómo estaban organizados los ‘ganchos’, así como los secuestros y descuartizamientos que se presentaron en la zona.

El testigo clave de los horrores en El Bronx


Cada dìa que pasa se conoce una historia más escalofriante que la anterior en el sector del Bronx. Durante años el sector conocido fue el epicentro de las más oscuras pesadillas: drogadicción, prostitución, hurtos, violaciones, secuestros, extorsiones, homicidios selectivos y descuartizamientos, entre muchos otros.

Los “ganchos” que manejaban a sus anchas todos los negocios ilícitos en el Bronx cumplen con todos los requisitos del crimen organizado. Eran los encargados de vender droga, utilizaban a los habitantes de la calle para transportarla y venderla. Todo esto bajo un control absoluto.

Aquellos que se perdían con la mercancía eran rápidamente encontrados y “ajusticiados” en la ley de la calle. Los que debían dinero retenidos por días en una especie de calabozos, torturados, amedrentados y si no pagaban asesinados, descuartizados o lanzados a perros hambrientos

De los horrores del Bronx eran muchos los testigos pero muy pocos los que querían contar la realidad. Sin embargo, un testigo protegido de la Fiscalía General, narró los hechos que allí se registraban, así como se manejaba el negocio de la droga en el temido sector.

Fue así como el grupo de tareas especiales del CTI pudo identificar a los jefes de los “ganchos” en el sector conocido como “La L”. Fue así como se establecieron las cinco organizaciones que manejaban el negocio de la droga, sus ingresos y sus otras actividades delictivas.

Además del conocido tráfico de drogas en el Bronx se adelantaban otras actividades que chocan con la realidad y con un estado social de derecho. “He visto como secuestran a la gente, cómo la torturan, se cometen hurtos, violaciones, hay una oficina de cobro, una oficina de sicariato”.

Cairo 139’ relata la zona como un sitio apartado del Estado, donde se hacen sus propias reglas y lo controlan los jefes de los ‘ganchos’. Permearon la Fuerza Pública que en vez de atacarlos se convirtieron en sus cómplices a cambio de millonarias comisiones para que les otorgaran protección y les avisaran de cualquier operativo.

Los Sayayines
“Está integrado por sicarios, reinsertados, gente que han sacado de las bandas criminales de ‘Los Úsuga’ y expolicías (...) Los más antiguos de ‘los saya’ portan AK-47 y sus ametralladoras, los relativamente nuevos portan pistolas”, relató el testigo a los investigadores sobre las personas encargadas de dar seguridad, cobrar cuentas y cometer los actos de tortura en el sector.

Son ellos los encargados de buscar a los que deben dinero de las drogas, a los que roban en los ‘parches’, de alertar sobre la presencia de las autoridades, de ajusticiar, de hacer rondas en las calles, de estar pendientes de cada movimiento, de cada persona que entra en busca de droga o de niñas.

“Se instalan en inmuebles estratégicamente para poder observar El Bronx desde lo alto o desde lo oculto (...) Unos denominados satélites se disfrazan como seguridad privada y andan en bicicletas (...) De 2 a 6 de la mañana es la hora crítica, ahí custodian con camuflados y armas de largo alcance”, detalló el testigo en una de sus declaraciones.
Relató que con señas y sonidos advierten cualquier hecho extraño lo que motiva a que se dispersen los vendedores, se esconda la mercancía y se protejan a los jefes. En los históricos edificios del centro de Bogotá, que se convirtieron en el centro de operaciones de las redes de microtráfico, no solamente se esconden drogas y armas sino también disfraces.

“Los tienen listos para un eventual operativo”, explicó. Otras edificaciones son utilizadas como centros de tortura y utilizan sus habitaciones para mantener a los secuestrados. Los ‘sayayines’ son los encargados de vigilarlos y cobrar por sus liberaciones. La mayoría de los retenidos son personas que no tuvieron con qué pagar la droga que consumieron al ingresar al terrorífico barrio ubicado a pocas cuadras de la Presidencia de la República.






“En el edificio Morado, en La L, funciona como centro de tortura. Ahí es donde tiene perros entrenados para atacar a las personas, ahí es donde desmiembran a las personas, utilizan herramientas como machetes, cuchillos”, señaló el testigo protegido quien dio adempas pistas sobre la red de prostitución que allí funcionaba.
Una mujer era la encargada de reclutar a niñas entre los 9 y 17 años para prostituirlas por 40 mil pesos por cada relación sexual. “Las doblegaba con gotas llamas ‘coconuban’”. La presencia de menores de edad en el sector aumentaba considerablemente los fines de semana.

“Entre semana se ve un promedio de 150 menores en un solo sitio y un fin de semana un rango de 300 menores. Les prohibían entrar con prendas escolares”. Los jefes de los ‘ganchos’ eran los dueños de los lugares donde se presenciaban estos encuentros: billares, máquinas tragamonedas y residencias.

viernes, 12 de agosto de 2016

delincuencia del bronx


delincuencia del bronx estaría migrando otras zonas de la capital





la intervención de la alcaldía de bogota ala temida calle del bronx,en el centro de la capital,fue propuesta como un golpe al crimen organizado por el alcalde ENRIQUE PEÑALOSA pero para los habitantes de barrios aledaños(y no tanto) se convirtió en un dolor de cabeza en el que deben vivir.

pero los afectados en este fenómeno no son solo los comerciantes de san bernardo la estanzuela y otros barrios próximos al centro de bogota que han protestado de manera ruidosa,sino miles de persona de barrios que no están tan cerca y que ven el aumento de los robos y la venta de estupefacientes junto a sus casas.






para jonathan quiroga,residente del barrio la estanzuela y empleado publico,los primeros días fueron los mas críticos,pues los habitantes de calle que se habían tomado el bronx empezaron a ocupar las calles al rededor de su casa.

"en esos dias los habitantes de calle empezaron a armar sucursal del bronx en la esquina de mi casa.los comerciantes comenzaron a reunirse y a amenazar con golpisas a los habitantes de calle,y estos respondieron amenazando con incendiar locales.los primeros fueron días muy difíciles"

lunes, 8 de agosto de 2016

jairo silva habitante del bronx


Por que don Jairo Silva Cortes sigue viviendo en el bronx?






“Hoy me duele este edificio”, dice el carpintero Jairo Silva Cortés, de 67 años. En el sitio de hospedaje, que se levanta digno, pero sin gracia, en la carrera 15 con calle 9ª (en pleno corazón del Bronx), vive en arriendo desde hace 25 años. Silva puso los brochazos de pintura que hay en los cuatro pisos de la construcción. También cambió los vidrios rotos. Lo blindó del deterioro, que volvió ruinas buena parte de las edificaciones del sector, a pesar de que no es su propietario. Por orden de la Fiscalía, esta será su última semana allí, pues las autoridades quieren desalojar por completo la zona para continuar las inspecciones.

El edificio, de 20 piezas, cuenta con servicios de agua, luz y gas. Sólo cinco de ellas estaban ocupadas de manera permanente por residentes como Silva, que llevan décadas viviendo allí, pagando $300.000 al mes. Las otras 15 las alquilaban a $4.000 por noche a quienes buscaban un lugar para consumir droga. Silva sostiene que, pese a ello, su edificio nunca fue expendio de drogas o de armas ni sitio para asesinar gente.

Por sus corredores pasaron abogados, periodistas y psicólogos, y era, según Silva, uno de los edificios mejor cuidados del Bronx. Al salir cada mañana al rebusque —además de trabajar la madera pintaba casas y cuidaba carros— se encontraba con el mismo paisaje: tumultos de cuerpos recostados en los muros o andando a paso lento.


Ese paisaje, 10 años atrás, era otra cosa: los niños jugaban fútbol en las vías pavimentadas, rodeados, sobre todo, de viviendas. A partir de la demolición de la calle del Cartucho para construir el parque Tercer Milenio, el Bronx se pobló de drogas, delincuentes y habitantes de calle. Silva intentó irse de la zona, pero no consiguió quién le arrendara por su adicción a las drogas. “La gente piensa que, en esas condiciones, uno roba y mata”. El único lugar donde podía consumir marihuana y bazuco sin acoso era ese edificio.

Llegaba de trabajar a los 8:00 de la noche, buscaba la taquilla de costumbre, soplaba y luego se iba a dormir. “Doña Pilar, la administradora, siempre me recibió con buena cara. Nunca me dañó el corazón, como suele hacerlo la gente con la mirada”. Los capos y los jíbaros nunca se metieron con él. Silva espantaba el miedo con un breve saludo y evitando la charla. Él, así como muchos habitantes de calle, sentía en la olla el alivio de no ser señalado por un dedo acusador.

Hoy, consciente de que tendrá que dejar lo que ha sido su hogar por años, se llena de nostalgia. Entra a su pieza y acaricia la puerta, en la que cuelga un afiche de la Virgen de Santa Marta. En la cama, dice, está su adoración: una perrita criolla, llamada Chispita, que lo alertaba con su ladrido cada vez que afuera había tropel.

“Estas sillas de madera las fabrico yo. Estas repisas y estos carritos los hago yo. También pinto mis propios cuadros. El Distrito me pide que me salga. Me salgo hasta que me reubiquen. Hace seis meses dejé el vicio y me estoy recuperando, pero ahora no tengo a dónde ir. No se han acercado funcionarios de la Alcaldía ni de la Defensoría del Pueblo para hacer un arreglo. No es justo dejar este edificio tirado. Son 25 años aquí. Mi vida está aquí. Sacarnos así es un pecado”.









Hoover Penilla, director de la Policía de Bogotá, dice, frente al caso, que funcionarios de la Alcaldía inspeccionan inmueble por inmueble. Explica que aquellos que amenacen ruina, la Alcaldía local podrá ordenar su demolición. Por su parte, las propiedades que sirvieron de expendio de droga podrían ser objeto de extinción de dominio, para luego demoler.

En caso de que se encuentren inmuebles legales, que no se usaron para actividades ilícitas, la administración los podría comprar. “Los sopladeros (sitios para consumir drogas) son tan ilegales como los puntos de expendio”, agrega el general Penilla. La apuesta del Distrito para recuperar esta zona es tumbar y restaurar todo el entorno arquitectónico.

El futuro de Silva es incierto. Lo único que él tiene claro es que será el último habitante en salir del Bronx. Con un hilo de voz dice: “Cuando regrese no me va a encontrar. Si nos volvemos a ver, seguramente será en la calle”.


http://www.elespectador.com/noticias/bogota/el-ultimo-residente-del-bronx-articulo-635746

viernes, 5 de agosto de 2016

operativo en el bronx


para que un operativo en el bronx?





Eran las 5:20 de la madrugada del sábado cuando centenares de miembros de los grupos de operativos especiales de la Policía Nacional y Metropolitana ingresaron al ‘Bronx’. Con las fuertes pisadas de sus botas y armados hasta los dientes, asaltaron el lugar por cada una de sus entradas flancos: carreras 15, 15 Bis, 15 Bis A y calles 9.ª y 10. ª.

En esta ocasión, las autoridades no querían que se les escapara nadie de la olla más grande de Bogotá. “A muchos los recibieron arrojándoles ácido”, hacia el mediodía un agente del Grupo Grate de la Policía Nacional.Pero todos iban equipados con máscaras, linternas y las armas que usted ve”, agregó el uniformado, equipado con fusil, changón, cuchillo, casco y chaleco antibalas.





La operación se coordinó con cuatro meses de antelación entre los Gobiernos nacional y distrital, y en estas acciones participaron la Policía Metropolitana (Mebog) y la Nacional, con sus diferentes equipos especiales, así como el Ejército y el CTI de la Fiscalía.“Cuando empezamos a subir escalas hacia los expendios, salía gente en tumulto y se nos tiraban encima para que no pasáramos. Querían esconder a sus jíbaros y líderes. En ese momento, como íbamos apuntando con las armas, nos tocaba discriminar muy bien a quién le apuntábamos”, complementó el agente.
En total, 2.500 miembros de la fuerza pública, entre ellos 1.750 agentes policiales, hicieron parte del plan, que hasta este sábado, al finalizar la tarde, permitió la captura de dos líderes de organizaciones criminales (que tenían órdenes de captura).






http://www.eltiempo.com/bogota/operativo-sin-precedentes-en-el-bronx/16606031


las calles del bronx



Las Calles Del BRONX





El 'Bronx', una historia repleta de delito



La zona en donde funcionaba hasta hace una semana el mayor expendio de drogas en Bogotá, el ‘Bronx’, fue en otrora un valorizado e histórico sector de la ciudad. A inicios del siglo XX, en el barrio Santa Inés y sus alrededores residían familias de renombre como los Turbay, los Rima y los Salem. Tener una casa allí significaba pertenecer a la clase media alta de la época.


Pero el barrio fue desapareciendo durante décadas para darle paso al‘Cartucho’, y luego al ‘Bronx’. Ahora del Santa Inés solo quedan unas pocas edificaciones, ya derruidas y desmanteladas por un inquilino acomodado en el sector desde la segunda mitad del siglo pasado: el hampa.


De acuerdo con el libro ‘El Cartucho’, que narra la historia de esa zona, el barrio Santa Inés se llamaba así por la santa italiana Inés de Montepulciano. La devoción por ella llegó a Bogotá en el siglo XVII con la construcción de una iglesia en su honor. “Era de estilo colonial. Allí reposaban los resto del botánico José Celestino Mutis”, cuenta Néstor Cardozo, historiador de la Universidad Nacional.


El trazado del barrio comprendía las calles Sexta y Doce y las carreras 10.ª y 15 (la actual avenida Caracas), muy cerca de las instituciones que ostentan el poder en Colombia y la Casa de Nariño, la residencia del Presidente.





La iglesia de Santa Inés, símbolo del barrio, duró en pie hasta febrero de 1957, cuando el alcalde de la ciudad por ese entonces, Fernando Mazuera, decidió demolerla para levantar la actual carrera 10.ª. “Una de las cosas que llevó a Mazuera a tumbar la iglesia para construir la carrera fue el inicio del deterioro de la zona”, explica el historiador. El Bogotazo, la mendicidad y la aparición de lugares dedicados a la prostitución provocaron el desplazamiento de sus habitantes hacia el norte de la ciudad.





información de :http://www.eltiempo.com/bogota/historia-de-la-calle-del-bronx-en-bogota/16612646